Crianza respetuosa



Crianza Respetuosa




 Al ser la familia una de las principales instituciones de desarrollo del ser humano, se convierte en uno de los pilares responsables sobre los que se sostiene el bienestar personal y social, además de constituirse en el espacio en donde se construye una visión particular del mundo. Esto hace relevante el estudio del pensamiento de madres/padres de familia (expresado a través de creencias), quienes se convierten en los principales actores de la crianza y por ende del bienestar y desarrollo familiar. El presente trabajo tiene como objeto evaluar las concepciones que madres/padres de familia mantienen acerca de la crianza. Participaron 40 familias, quienes respondieron un Cuestionario Atribucional de Modelos Parentales (Martínez, Salazar e Infante, 2013) y una entrevista semiestructurada en la cual se indagó sobre la dinámica familiar y las prácticas de crianza. Los resultados señalan que el modelo parental se traduce en una pauta de crianza negociadora, un vínculo de apego cercano y un patrón de éxito promotor. En el análisis de las entrevistas se encontraron cuatro categorías que muestran los aspectos de la crianza que los participantes perciben como fáciles y difíciles, la propia autopercepción en el rol de madres/padres que desempeña y los retos más comunes a los que se enfrentan las familias de hoy. Se concluye que el pensamiento de madres/padres sobre la crianza se conforma a partir de sus conocimientos, creencias y actitudes claramente influenciados por el contexto social cercano, la cultura dominante y la cultura heredada sobre la familia arraigada en las experiencias previas de crianza.


La familia es uno de los principales contextos de desarrollo del individuo, por lo que se convierte en el más propicio para la crianza y educación del ser humano, ya que es donde se promueve su desarrollo personal, social y cognitivo (Muñoz, 2005). Sin embargo, este contexto ha sufrido modificaciones producto de fenómenos socioeconómicos y políticos, tales como la globalización y la posmodernidad, los mismos que han propiciado vertiginosos cambios en la familia durante los últimos 40 años, más profundos y convulsivos que incluso los últimos 20 siglos anteriores (Valdivia, 2008).





Al hablar de los cambios que ha sufrido la familia como producto de los fenómenos anteriormente citados, se hace referencia a la modificación que los roles familiares han sufrido, es decir, en años anteriores el papel de la madre era hacerse cargo de los hijos, mientras que la función del padre era proveer el sustento económico a la familia (Esteinou, 2004). No obstante, el reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y los cambios económicos a nivel mundial han dado lugar a la incursión de la mujer en el ámbito laboral, dejando de cumplir solamente con el rol de madre y contribuyendo también al gasto familiar. Este importante cambio, aunque reactivó la economía, también tuvo un impacto directo en la estructura familiar, ya que el cuidado de los hijos se ha delegado, como señala Rodríguez (2010), a otras instancias, siendo las guarderías, escuelas, el televisor o los abuelos quienes se encargan de la formación de los hijos.


La familia se convierte entonces en un contexto que provee un ambiente favorecedor del desarrollo de los seres humanos, pero al mismo tiempo implica ciertos factores de riesgo como problemas de conducta, trastornos psiquiátricos o inicio temprano de abuso de sustancias adictivas (Reyna, 2012). Sin embargo, las circunstancias laborales actuales, el tiempo de convivencia familiar, la comunicación y los vínculos afectivos han disminuido notablemente, lo que ocurre generalmente en familias que conviven poco tiempo, en donde las formas de educar a los hijos también han sido transformadas (Rodríguez, 2010).


Ante la encrucijada de fenómenos que influyen directamente en la dinámica familiar, se considera que madres y padres de familia generan una serie de creencias que asumen sobre lo que es criar y educar a los hijos y estas, a su vez, orientan las prácticas de crianza (Grusec, 2010). Estas concepciones o creencias se convierten en una guía general de lo que es importante al educar a los hijos, mientras que las prácticas de crianza son el reflejo de tales creencias (Solís-Cámara y Díaz, 2007).


El presente estudio tiene el propósito de evaluar las concepciones que mantienen madres y padres de familia respecto de la crianza, con la intención de conocer los principios que dan soporte a sus modelos parentales, a través de una metodología mixta que permita su exploración y descripción.

Alexandra Hernandez 

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